
En la vida las personas están determinadas por las palabras, todo lo que dicen los acercan a la gloria o al infierno. Muchas veces más al infierno que a otro sitio jajaja. Pero ese no es el punto, el punto es que yo aprendí a tenerle más miedo a los silencios que a las palabras. Las palabras hieren, profundizan, alegran pero los silencios sólo los conoce su dueño, es algo desconocido.
En las experiencias de la vida yo siempre he tratado de leer el silencio de los demás. Debo confesarlo, me aterra, para mí, el silencio mata. Me mata no porque considere que en esos momentos me acusan y son en mi contra. No. Me aterran porque es lo oculto, lo que nunca confiesan las personas.
Pero de verdad hay muchísimos tipos de silencios:
Los silencios generalmente son incómodos porque quienes me general el silencio son personas que te molestaron, te traicionaron o te dieron un paseo entre lo agridulce, dejando lo agrio al irse.
Pero también hay silencios tranquilos que generalmente están acompañados de un gran abrazo, una caricia, una sonrisa. De esos que no hace falta decir nada más porque se arruinaría todo.
Los silencios pueden ser sexuales, de esa atracción entre amantes que se ven con deseo e infinita lujuria, pero no pueden decir nada porque sus parejas se encuentran cerca.
Los silencios de ira, porque en cualquier momento una palabra más podría desatar la furia de los que están dentro de la contienda.
Los silencios de amor que con tan sólo una mirada a los ojos se comunican millones de sentimientos y pensamientos.
Y los silencios de las ocultaciones, que son los momentos en que mienten, donde fingen demencia y que nunca pasó, donde lo niegan todo sin saber toda la información que tiene el que está preguntando.
Yo prefiero las palabras. Los silencios me aterran, porque por fuera pueden parecer lo máximo pero a lo mejor fabrican los silencios, hacen unos silencios bellos y de amor y todo está fríamente calculado para uno caer en la trampa. La cuestión también es que soy demasiado escéptica con los sentimientos de los demás. Desconfío de todo porque no sé nada.
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