
En los momentos más inoportunos, mi musa decide dejar las vacaciones y se enfoca en trabajar el fuerte impulso de escribir. No es fácil tener un musa tan malcriada y antojada su propietaria. En estos días donde la tensión, la fuerte espera, los embarques, los proyectos, las fechas límites se apoderan de mi vida; ella abre esa puerta. Confieso además, que muchas de las cosas que están pasando dan suficiente material para escribir un libro, pero no es lo que vengo a materializar.
Un amigo en conversaciones cercanas a enero me comentaba que mantener los deseos en el plano de las ideas puede mantenerme tranquila o podría volverme más demente de lo que ya estoy, porque buscaría incesantemente materializar los deseos que viajan en el plano de mis ideas.
Mantuve una idea en ese plano durante tanto tiempo que empecé a trasladar mi vida a esa idea, tan bonita, tan especial. Me hacía tartamudear; pero nunca lo creí tangible.
Volé entre ella, la viví en mis sueños y comencé a verte, a hablarte, moría por besarte; pero no ocurrió. Finalmente bajé de ese plano y desperté, te vi, ahí, viéndome, hablándome y besándome.
Ahora vuelo entre tus labios, tu sonrisa y tu mirada. En secreto confieso que aceleras mi pulso, me sonrojas. No pesa estar contigo, no hay incomodidades, ni silencios forzados... Nos vemos, nos besamos... Aunque no queramos salir de la cocina…